Hace un año, Roger Federer encontró en el US Open un bálsamo para una temporada que estaba siendo aciaga, para un jugador acostumbrado a ganarlo todo.
Perdió la final del Wimbledon, la de Roland Garros y el nº 1, y todo ante el mismo jugador, Rafael Nadal. Hoy la situación se ha invertido totalmente y de que manera.
En las pistas de Flushing Meadows, donde la bola viaja a una velocidad muy del gusto del suizo, la sensación de superioridad que ejerce Federer sobre casi todos sus rivales siempre parece, si cabe, mayor.
La final del 2008 y récords
Por tenis, por ranking, por historia y por sentido común, el gran favorito a coronarse en este US Open es él. Vigente campeón y con cinco entorchados en este Grand Slam, su contundente victoria el año pasado ante Andy Murray, por 6-2, 7-5 y 6-2, en menos de dos horas de partido, fue un mensaje claro a la clase alta del circuito ATP: 'Aquí sigo mandando yo'.
Con aquel título igualó a otras grandes leyendas del torneo como Pete Sampras y Jimmy Connors, y se convirtió en el primer tenista capaz de ganar cinco años de modo consecutivo, desde que lo consiguiera Bill Tilden hace 84 años. Punto y seguido para un jugador que afronta un nuevo reto. Convertirse en el tenista más laureado de todos los tiempos en la Era Open, en el Grand Slam estadounidense.
Al otro lado de la red y como viene siendo costumbre en estos últimos tiempos, encontramos tres nombres propios Andy Murray, Rafa Nadal y Novak Djokovic. A los que podemos unir los de Juan Martín del Potro y Andy Roddick. El escocés llega como número dos del mundo y como la gran alternativa al suizo. Su victoria en el Masters 1000 de Toronto y las semifinales alcanzadas en el de Cincinnati no han hecho si no corroborar un secreto a voces: el británico sí es un potencial nº 1 del mundo.
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